Panamá
Motivos para calificar a Panamá como «una bomba de tiempo»
Por Guillermo A. Cochez
Opinión
La situación que estamos viviendo en nuestro Panamá, quizás por el desinterés de sus gobernantes de hacerlo bien y de percatarse del arsenal de pólvora que han construido sobre nuestro país, la asemejo a una bomba de tiempo. Sería un artefacto detonante programado por un sistema para que explote en determinado momento. Su carga mortal es el componente de cualquier bomba cuyo poder variará por su tamaño y peso. En el caso que nos ocupa, pareciera que quienes ejercen el poder en Panamá, hacen todo lo posible para que esa carga sea cada vez mayor y más dañina.
Un director de la Caja de Seguro Social que, después de tres años en el cargo, “descubre” que las medicinas son mucho más baratas en Colombia que en Panamá. Un contralor que solo ha encontrado un caso en las planillas estatales de una persona que tiene dos salarios en el Estado y asegura que la corrupción en el Gobierno no existe. Una disposición presidencial que ordena la rebaja del 30 % de los medicamentos (y 20 % adicional para jubilados) que los agentes de la cadena de comercialización no aceptan, no despachando las medicinas incluidas en las listas de descuentos.
Un magistrado que asegura que en la Asamblea Nacional hay diputados metidos en el narcotráfico, algo que ya dijo Varela tres veces cuando gobernaba y nunca denunció a nadie, y ningún fiscal abrió una investigación. Una Asamblea Nacional que, en plena crisis, aumenta 1500 empleados y sube su presupuesto en 6 % de lo que exageradamente tiene, donde el costo anual por diputado supera un millón y medio de dólares por cada uno.
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Una Dirección General de Ingresos que sigue en su práctica de ignorar denuncias de defraudación contra magnates del PRD. Un fiscal electoral, cuya militancia en el PRD y oscuro pasado le impiden poner en cintura a sus copartidarios cuando “in fraganti”, como al vicepresidente Carrizo, cometen faltas o delitos electorales al usar helicópteros del Senan para actividades políticas. Prosigue la repartidera de bolsas y de vales digitales que, en muchos casos, fueron otorgados como pagos a activistas del PRD y para que algunos se enriquecieran. Cada vez se hace más frecuente la falta de medicinas en las farmacias del Seguro y sus directivos nos anuncian, como si nada, que el fondo para cancelar las jubilaciones inevitablemente llegará a su fin en 2023. Y la basura por doquier que terminará de infectar a muchos.
En el caso Odebrecht, las apuestas se inclinan porque no pasará nada, pues hay muchos implicados que ni siquiera aparecen llamados a juicio, como el expresidente Torrijos, exministros de su Gobierno, y allegados al expresidente Varela, además de los bancos que lavaron a tutiplén las coimas de los brasileños. A pesar de tantas denuncias de cómo se tergiversa la justicia, no tenemos ningún juez, magistrado o fiscal preso.
En el mes de julio vimos un ensayo de los daños que esa bomba de tiempo puede causar. Las protestas legítimas, aupadas por grupos con intereses no tan legítimos y el objetivo de descarrillar la convivencia democrática, provocaron graves daños a la economía, pero sobre todo a la maltrecha educación pública, ya afectada por la farsa virtualidad de clases durante la pandemia. Las causas de problemas, apagadas temporalmente más que todo por el cansancio de los manifestantes, no ha generado ninguna decisión real del Gobierno para enderezar el rumbo. Lo vemos en lo de la cancelación de los incentivos turísticos que terminaron igual que antes de que el presidente Cortizo anunciara que pediría su revocatoria. Pareciera que ni siquiera su gente le hace caso.
Todo lo que quieren es llegar hasta el 2024, como si nada pasara. Como si la paz social que anuncian en el último “diálogo” tuviera algo de sustento. Aumentará cada vez más nuestra deuda externa, porque hay que aceitar la máquina electoral para los comicios del 2024, seguirán la Contraloría y la Fiscalía Electoral con los ojos cerrados, se concluirá el caso Odebretcht, quizás sin condenado alguno y los actuales gobernantes, al decir de ellos mismos, terminarán con la apariencia de ser los más “honestos” y competentes de nuestra historia.
Mientras tanto, la bomba de tiempo, es eso, cuestión de tiempo. Está acumulando potencia y en cualquier momento estallará. ¿O será que desde el poder no son capaces de ver que lo que hacen es bastante parecido a lo que hicieron los gobernantes “democráticos” de Venezuela, Chile, Colombia, Perú y Argentina?
Veo mal el futuro de Panamá de la mano del PRD y de todos los partidos tradicionales que se presentan como “oposición”. Lo peor de todo es que siguen pensando que vivimos en un mar de leche, pero no precisamente de la condensada.
Analista político.
Artículo publicado en La Estrella de Panamá el 11/10/2022
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