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Panamá

La sequía en el Canal de Panamá: Un problema de agua dulce en el corazón del comercio mundial

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El Canal de Panamá es una obra de ingeniería que conecta los océanos Atlántico y Pacífico, permitiendo el paso de miles de barcos cada año que transportan mercancías por valor de cientos de miles de millones de dólares. Sin embargo, este vital eslabón de la cadena de suministro global se enfrenta a un grave problema: una sequía histórica que ha reducido el nivel de agua dulce necesario para operar el sistema de esclusas que eleva y baja los barcos a lo largo del canal. Así lo explica en inglés el podcast Planet Money, The Indicator, de la emisora estadounidense NPR, que analiza los aspectos económicos y ambientales de esta situación.

Una escalera de agua impulsada por la gravedad

El canal tiene una longitud de 50 millas y funciona como una escalera de agua, compuesta por una serie de cámaras separadas por puertas. Los barcos entran al canal por el nivel más bajo y el agua entra para hacerlos flotar hasta el siguiente nivel. Así, los barcos van ascendiendo hasta alcanzar los 85 pies sobre el nivel del mar, y luego descienden por el otro lado hasta salir al océano opuesto.

Este proceso requiere millones de galones de agua en cada paso, pero el canal no utiliza agua de mar, sino agua dulce proveniente de lagos artificiales. El actor Morgan Freeman lo explica así en una película Imax que se proyecta en el centro de visitantes del canal:

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«El agua entra corriendo, millones de galones, y toda se mueve únicamente por gravedad. No hay ni una sola bomba de agua en el Canal de Panamá. El agua es tan fuerte que puede elevar un barco de 70.000 toneladas a tres pisos de altura en 10 minutos».

Una sequía sin precedentes

Ahora bien, el agua dulce que alimenta el canal depende de las lluvias que caen en la región, especialmente en la temporada húmeda que va desde mayo hasta diciembre. Sin embargo, Panamá está experimentando su año más seco registrado desde 1950, lo que ha provocado una disminución drástica del caudal de los ríos y del nivel de los lagos.

Esto ha obligado a la Autoridad del Canal de Panamá, agencia gubernamental que administra la vía fluvial, a tomar medidas para reducir el consumo de agua y garantizar el funcionamiento del canal. Entre estas medidas se encuentran la disminución del número de embarcaciones que pueden transitar cada día, la imposición de restricciones al calado (la profundidad a la que se sumerge un barco en el agua) y el cobro de un recargo por uso del agua a los barcos que utilizan el canal.

Un atasco en la arteria principal

Estas medidas han tenido un impacto negativo en la eficiencia y la rentabilidad del transporte marítimo, que representa alrededor del 90% del comercio mundial. Los barcos que quieren atravesar el canal tienen que esperar más tiempo en fila, lo que genera retrasos y costes adicionales. En circunstancias normales, suele haber unos 90 barcos esperando en fila, pero ahora mismo hay más de 120.

Los más afectados son los barcos más grandes, como los portacontenedores y los graneleros, que transportan productos básicos como soja, azúcar o carbón. Estos barcos tienen que cargar menos cosas para reducir su peso y poder pasar por el canal, o bien buscar rutas alternativas más largas y costosas, como rodear la punta de América del Sur o desviar su carga a trenes que viajan paralelos al canal.

Estados Unidos es el principal cliente del canal, ya que representa casi las tres cuartas partes de la carga que se mueve por él. Por eso, cualquier interrupción en el canal puede afectar a las cadenas de suministro globales y a los consumidores estadounidenses. Aunque por ahora no se han registrado escasez ni precios más altos, si las condiciones empeoran, los transportistas podrían tener que usar pasajes alternativos que podrían sobrecargar otros puertos como Los Ángeles o Long Beach.

Un desafío para el futuro

El Canal de Panamá ha pasado por períodos de sequía en el pasado, y ha realizado obras de ampliación y modernización para mejorar su capacidad y sostenibilidad. Por ejemplo, en 2016 se inauguraron unas nuevas esclusas que reutilizan aproximadamente la mitad del agua dulce. Además, la Autoridad del Canal de Panamá tiene previsto desviar agua adicional de los ríos al sistema, pero ese proyecto tardará unos diez años en completarse.

Sin embargo, estos esfuerzos podrían no ser suficientes para hacer frente al cambio climático, que está alterando los patrones de lluvia y aumentando la temperatura y la evaporación del agua. Al mismo tiempo, la demanda de transporte marítimo sigue creciendo, y los barcos se hacen cada vez más grandes para aprovechar las economías de escala. Esto genera una presión constante sobre el canal, que tiene que adaptarse a las nuevas condiciones y a las necesidades del mercado.

El Canal de Panamá es una maravilla de la ingeniería y una pieza clave de la economía mundial. Pero también es un sistema complejo y vulnerable, que depende de un recurso natural limitado y vital: el agua.

Escuche debajo el podcast en inglés que lo explica en detalle.


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