Panamá
Con sobradas razones el pueblo panameño pierde la confianza en su presidente: Laurentino Cortizo el último caudillo de Panamá
Por Mark Ercolini
El presidente Laurentino Cortizo tiene un estilo muy particular de gobernar y de manifestarse, con la intención quizás de enviar un metamensaje hacia el pueblo panameño.
Cortizo regularmente hace énfasis en su acento y léxico interiorano, propios de los panameños en provincias como Herrera y Los Santos. Cortizo usualmente habla de sí mismo en tercera persona y con unos proverbios que el mismo mandatario se ha creado, como el que afirma que él no fue hecho con leche condensada.
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Sin embargo, esa forma de tratar de aproximarse al pueblo no le ha servido de mucho al presidente, considerando que su Gobierno ha estado envuelto en un número record de escándalos por hechos de corrupción que supera quizás a los de otros gobiernos de la era democrática de Panamá.
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Varios de esos escándalos de corrupción se han suscitado durante la pandemia de COVID-19 y han estado relacionados con la forma en la que el Gobierno ha utilizado recursos para abordar la crisis sanitaria, como por ejemplo en la adquisición de equipos, contratación de personal, hoteles, subcontrataciones y otros. Pero a pesar de las circunstancias, son escasos los correctivos tomados y como suelen decir algunos ciudadanos, no pasa nada.
No hay detenidos, solo algunos levemente juzgados y separados de sus cargos. Un escándalo parece superar a otro y así sucesivamente. Siempre desde el Gobierno se intenta justificar lo injustificable.
El presidente, de quien algunos siguen asegurando, entre otras cosas por su parecido físico, que posee parentesco con el difunto Omar Torrijos Herrera, trata de mostrar un estilo muy torrijista.
El mandatario ha procurado enaltecer y mostrar una imagen de demócrata, de quien algunos consideran el dictador más sanguinario en la historia de Panamá.
Otro metamensaje en el discurso de Cortizo es el de su relación de cercanía con el expresidente Martín Torrijos y su esposa Vivian Fernández de Torrijos.
Además de todos los escándalos en el Gobierno, está el hecho de que un hermano de su yerno Juan Manuel Henríquez Portuondo, tiene una empresa que contrata con el Estado panameño, mediante el Ministerio de Cultura, sin que nadie diga nada. Y así como esto muchas otras contrataciones que quedan en familia.
Ninguno de los presidentes que ha tenido Panamá en su historia democrática, solo dos años después de haber iniciado su Gobierno, ha tenido semejante rechazo e impopularidad como la que hoy tiene Cortizo por parte del sentir popular.
Los altos números de impopularidad son probablemente el inicio del ocaso político de un mandatario, de quien algunos panameños piensan que en ocasiones da señales de no estar totalmente en sus cabales, algo que algunos le atribuyen a su edad.
Pero lo peor en todo el panorama es el impacto que todo esto tiene en Panamá, al llevar al país a un desfiladero.
Todo apunta, a pesar de los esfuerzos del sector privado, a que Panamá continuará manteniéndose en las listas grises de paraísos fiscales.
En algunos aspectos el país sigue gozando de mala imagen a nivel internacional, por tener por ejemplo uno de los peores sistemas de justicia en Latinoamérica, plagado de corrupción.
Para muestra está el caso de Ricardo Martinelli. Sin entrar a debatir si hubo o no corrupción en el Gobierno del expresidente, su juzgamiento en el caso de los «pinchazos» telefónicos, da muestras de estar viciado, debido a la alteración de evidencias y la no consignación adecuada de pruebas que los acusadores han promovido.