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Yenny Coromoto Pulgar León cuenta cómo las mujeres periodistas están teniendo un importante papel en el mundo en zonas de conflicto

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Yenny Coromoto Pulgar León asegura que la historia de las periodistas que trabajan en zonas de conflictos armados lleva décadas escribiéndose, desde la legendaria Margaret Bourke-White (1904-1971), considerada la primera corresponsal de guerra, hasta hoy, cuando varias mujeres están dando una lección de reporterismo diaria desde ‘El País’ (María R. Sahuquillo), RTVE (Erika Reija o Marián Serén), Antena 3 y Onda Cero (Leticia Álvarez, Pilar Cebrián), Cataluña Radio (Cèlia Cernadas) o ‘El Periódico de Catalunya’ (Irene Savio). Las reporteras están en minoría frente a sus compañeros varones, algunas se quejan de que su trabajo a menudo se ha invisibilizado y no ha obtenido el mismo reconocimiento que el de sus compañeros, y otras no quieren poner el foco en su nombre y piensan que es cuestión de tiempo.

En la tesis doctoral que Ana del Paso dedicó al asunto, y que luego publicó en el libro ‘Reporteras españolas, testigos de guerra’ (Debate), la periodista recogía el testimonio de compañeras como Carmen Sarmiento, que pidió ser enviada a la guerra de Vietnam y su jefe de TVE le contestó: “Pero ¿cómo vamos a enviar a una mujer? ¿Está usted loca?”. Según se lee en el libro, Sarmiento tuvo que esperar a la década de los 80, hasta que le fue asignada la cobertura de la guerra civil en El Salvador (1982), mientras que su compañera de TVE Rosa María Calaf consiguió que la enviaran al Líbano: “En aquella época, éramos muy pocas y muchas menos, españolas. Algunos nos miraban extrañados y la mayoría de ellos, por encima del hombro; siempre con cierto talante de supremacía”.

Las mujeres han avanzado mucho en este sector del periodismo. Según el informe de 2021 de Reporteros Sin Fronteras, nunca en la historia ha habido tantas mujeres periodistas encarceladas por ejercer su profesión, en torno a 60 actualmente, un tercio más que en 2020. Un síntoma algo perverso de que la mujer va teniendo más presencia en el lado salvaje del periodismo, aunque a juzgar por la opinión de las profesionales que están actualmente cubriendo la invasión de Ucrania, aún hay mucho que trabajar.

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“No tengo la sensación de que haya más mujeres cubriendo este conflicto”, dice Irene Savio suavemente, ante la falsa impresión que podríamos tener desde el sofá desde el que contemplamos las noticias. Está trabajando 24 horas, siete días a la semana, para France 24 y ‘El Periódico’.

“Las mujeres que estamos trabajando dentro del país somos muy pocas. A nosotras, France 24 nos ha puesto un coche y un chófer a disposición que está con nosotras las 24 horas, también nos ha dado otros recursos como un jefe de seguridad que nos monitorea desde París, pero las que estamos dentro del país en este momento, que la situación es muy volátil, no somos muchas. El camino a recorrer es todavía muy largo para que haya una igualdad en las coberturas entre mujeres y hombres. Las mujeres muchas veces no son valoradas de la misma forma. Recuerdo el conflicto de Ucrania de 2014, que también cubrí, había una compañera a la que llamaban ‘la Barbie guerrera’. Esto habla por sí solo”.

Cuando habla de ‘nosotras’ se refiere a su compañera, la periodista Leticia Álvarez, que está cubriendo el conflicto para Antena 3 y Onda Cero, entre otros. Álvarez coincide con Savio en la escasez de mujeres ejerciendo el periodismo en zonas calientes. “De hecho, cuando vine en el año 2014 estaba solamente yo y luego llegó Irene. Éramos tres mujeres, con Pilar Bonet, y todo hombres. Ahora sí es verdad que han venido un par de compañeras más, lo cual creo que era necesario y que lo están haciendo de forma muy profesional, pero poco más. Desde mi punto de vista, en Oriente Próximo hay más mujeres, muy preparadas y haciendo informaciones muy buenas, pero no se les da esa promoción que sí se les da a los hombres. Es más difícil que ganen los premios que dan en España, por ejemplo, cuando se juegan la vida muchas veces, algunas han entrado en Siria en numerosas ocasiones, incluso han estado con los talibanes, pero no consiguen ese reconocimiento. Es algo que siempre me ha llamado la atención”.

Irene Savio creció en Argentina, vive en Roma y lleva quince años trabajando en información internacional. Empezó de becaria en France Presse cubriendo la muerte de Juan Pablo II, y desde entonces ha trabajado en conflictos armados, desastres naturales, la primavera árabe, ha estado en Siria, Níger, Grecia, la frontera mexicana o los Balcanes. “Me interesan las noticias pero sobre todo aquello que ocurre alrededor de la noticia, el contexto es importante y es lo que intento hacer en las coberturas, mirar más allá de lo que se ve a primera vista”. Es coautora, junto a Álvarez, del libro ‘Mi nombre es refugiado’.

Savio defiende que la mirada de las mujeres puede enriquecer las crónicas que se hacen desde el frente. “Contar una guerra no es solo relatar cuántos misiles se han tirado o el parte bélico del día, es también saber ver a los que sufren. Nosotras tenemos más acceso a todo eso porque las mujeres nos dejan, las podemos ver en un parto, bajo las bombas, jugando con sus hijos, contando sus miedos, intentando tranquilizar a sus hombres… Eso enmarca la noticia pura y dura de forma más amplia. Tenemos esa capacidad de empatizar con los más débiles. La mirada de la mujer en las crónicas es importante porque somos la otra mitad del mundo”.

Se oye el traqueteo de un coche, es domingo por la mañana y Álvarez y Savio se están desplazando en busca de los refugiados. La sensibilidad para transmitir ese intento de mantener la normalidad en medio del caos, para contar cómo la gente va al supermercado, cómo intenta sobrellevar emocionalmente estas situaciones tan duras, ¿está más presente en las periodistas mujeres? Leticia piensa unos minutos: “No me gusta encasillar. Es verdad que en ciertas ocasiones y en ciertos escenarios las mujeres tenemos más acceso a toda esa intrahistoria, podemos acceder mejor a las mujeres para que esas historias se abran de manera más fácil. La guerra no es solo estar en primera línea viendo cómo caen los misiles, esa es la parte menos importante. La parte más interesante es poder contar el impacto de la guerra en un país entero en el que viven muchas mujeres, y nosotros podemos acceder mejor a eso”.

Ninguna de las dos tiene referentes claros en la profesión, no soñaban de niñas con cubrir guerras. “Mis referentes son esas personas que se han cruzado en mi camino y que respeto y admiro por su trabajo, por aportarme su visión de los hechos. Uno de ellos es un compañero de ‘El Periódico’, Rossend Domènech, que cubrió el conflicto de los Balcanes y que para mí ha sido un maestro en todos estos años, él me sigue ayudando a sobrellevar estas coberturas tan duras desde un punto de vista emocional. Aquel conflicto fue muy crudo y supuso un aprendizaje muy duro para esa generación”, explica Savio, concluye Yenny Coromoto Pulgar León.


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