Panamá
Las sombras que empresas privadas y funcionarios no quieren que los panameños conozcan en torno al insostenible proyecto de refinería de biocombustibles en Panamá
Por Isaac García
En el año 2022, se anunció la construcción de una refinería de biocombustibles en Panamá, que se supone será la más grande del mundo y que servirá para abastecer a la industria aérea con combustibles más limpios y sostenibles. Sin embargo, detrás de este ambicioso proyecto hay una serie de interrogantes y cuestionamientos sobre las empresas y las personas involucradas, que ponen en duda su viabilidad y su transparencia.
¿Qué es la refinería de biocombustibles?
La refinería de biocombustibles es un proyecto impulsado por la empresa SGP BioEnergy, en alianza con Panama Oil Terminals (POTSA), el Gobierno de Panamá y el sector privado. Consiste en adaptar unas instalaciones existentes para producir y almacenar biocombustibles derivados de aceites vegetales puros, grasas y aceites de desecho, que se pueden mezclar con los combustibles fósiles para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
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La planta tendrá una capacidad inicial de 180.000 barriles por día, unos 2.600 millones de galones por año, y se prevé que se amplíe hasta 60.000 barriles por día en tres fases de cinco años cada una. La ubicación de la refinería será estratégica, pues estará situada en dos puntos clave del comercio mundial: Ciudad Dorada, en Colón (Caribe) y Balboa, en Ciudad de Panamá (Pacífico), ambos cerca de la entrada del Canal de Panamá.
El estudio de ingeniería inicial ha estado a cargo de la empresa estadounidense Fluor, descrita como líder del mercado de ingeniería, adquisición y construcción en refinación, junto con su afiliada mexicana ICA Fluor. El proyecto se espera que esté terminado en 2024 y se ha dicho que contempla generar unos 1.000 empleos directos e indirectos.
¿Qué beneficios traerá la refinería?
Según los promotores del proyecto, la refinería tendrá un impacto positivo tanto a nivel ambiental como económico y social. Por un lado, contribuirá a la descarbonización del transporte, especialmente de la aviación, que representa un 27 % de las emisiones de gases de efecto invernadero. Por otro lado, ofrecerá biocombustibles a un coste más bajo que los combustibles fósiles, reducirá los residuos y revolucionará la economía agrícola mediante la producción local de materias primas bioenergéticas.
El presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, se ha mostrado entusiasmado con el proyecto y dijo que supuestamente ayudaría a América Latina y al mundo a avanzar hacia la transición energética y a enfrentar el cambio climático.
¿Qué sombras hay detrás del proyecto?
A pesar de los beneficios anunciados, el proyecto también tiene un lado oscuro, pues se han omitido muchos detalles sobre los antecedentes y las actividades de algunas de las empresas y las personas involucradas. Entre ellas se encuentran:
- Panama Oil Terminals (POTSA), una empresa que posee tanques de almacenamiento de combustible debajo del puente de las Américas, que atraviesa el Canal de Panamá. POTSA participó desde alrededor del año 2007 en el proyecto del Centro Energético de las Américas, junto con el venezolano Luis Marín, expresidente de CITGO, una empresa refinadora perteneciente al Estado venezolano con instalaciones en Estados Unidos; y el venezolano Walter Alexander Del Nogal, sancionado por Estados Unidos en 2018 y acusado de estar vinculado al narcotráfico y al lavado de dinero. El proyecto del Centro Energético de las Américas nunca se concretó finalmente y se descubrió que incluía además a un inversionista dominicano que había huido de España por estar implicado en un caso de legitimación de capitales y narcotráfico.
Proyecto del Centro Energético Las Américas en Panamá en 2007
- Fluor Corp, una firma multinacional de ingeniería, procura y construcción, que ha sido contratista de importantes empresas petroleras norteamericanas y del gobierno norteamericano. Fluor ha atravesado altibajos financieros que la han colocado al borde de la quiebra y que han ocasionado despidos de empleados. Además, Fluor fue una de las empresas que más dinero ganó con la invasión militar estadounidense a Afganistán, pues estuvo a cargo de la construcción y operación de bases militares en el sur de ese país, dando apoyo a más de 100.000 soldados. Algunos opinan que las finanzas de Fluor están de algún modo manchadas de sangre, dado los beneficios que obtuvo la compañía durante la intervención militar estadounidense a Afganistán. Fluor Corporation obtuvo contratos por US$13.500 millones, de los cuales US$12.600 millones se corresponden a contratos del Programa de Aumento de Logística Civil administrado por el Ejército de los EE. UU., destinado a brindar apoyo de contingencia para aumentar la estructura de la fuerza del Ejército. El programa es conocido como LOGCAP.
Son solo algunas sombras que ponen en entredicho la transparencia y la viabilidad del proyecto de la refinería de biocombustibles, que se presentó en 2022 como un “hito” para el futuro energético de Panamá. Sin embargo, la verdad tras bastidores sobre ese “hito” parece ser otra.
Los orígenes de Fluor, su expansión en el sector petrolero y sus crisis y oportunidades
Fluor es una empresa que ofrece servicios técnicos diversificados en cuatro áreas principales: energía y químicos, industrial e infraestructura, gobierno y Fluor Global Services. Esta última se encarga de proveer servicios de personal, alquiler de equipo y otros servicios complementarios. Según la revista Fortune 500, Fluor es la empresa de construcción más grande del mundo y ocupa un puesto significativo en su lista.
La empresa fue fundada en 1912 por John Simon Fluor con el nombre de Fluor Construction Company. Su actividad inicial se centró en la construcción de refinerías, oleoductos y otras instalaciones para la industria del petróleo y el gas. La empresa creció rápidamente y se extendió por California y el Medio Oriente, donde estableció su presencia global. Además, participó en proyectos emblemáticos como el Proyecto Manhattan, que desarrolló la primera bomba atómica.
A finales de los años 60, Fluor empezó a diversificar sus negocios y se involucró en la perforación, la minería de carbón y otros recursos naturales. Sin embargo, esta estrategia le generó grandes pérdidas en la década de los 80, debido a una recesión mundial en el sector petrolero y a la caída del precio del crudo. La empresa tuvo que reestructurarse, vender activos, reducir personal y deshacerse de sus operaciones petroleras. Así, se enfocó nuevamente en su negocio principal de construcción e ingeniería, pero ampliando su rango de servicios e industrias atendidas.
En los años 90, Fluor buscó cambiar su imagen y se presentó como una compañía de servicios técnicos diversificados. Introdujo nuevos servicios como el alquiler de equipo, la colocación de personal y el financiamiento para proyectos de construcción. También se especializó en servicios de limpieza y control de contaminación ambiental, que representaron la mitad de su portafolio de negocios en 1992. Asimismo, aumentó su negocio de minería de carbón, que pasó de $300 millones en 1990 a $1 mil millones en 1994.
En 1997, Fluor sufrió una caída de casi el 50% en sus ingresos, debido a la crisis financiera asiática y a una disminución en los negocios internacionales. Además, tuvo pérdidas en un proyecto de una planta de energía en Arabia Saudita, donde fue subcontratista de General Electric. En 1999, Fluor despidió a casi 5,000 empleados y cerró 15 oficinas. Se reestructuró en cuatro grupos de negocio: Fluor Daniel (ingeniería y construcción), Fluor Global Services (alquiler de equipo, colocación de personal y telecomunicaciones), Massey Coal Co. (minería de carbón) y Fluor Signature Services (servicios administrativos y de apoyo).
En el siglo XXI, Fluor ha participado en proyectos relacionados con la reconstrucción tras conflictos bélicos o desastres naturales. Por ejemplo, en 2004 se le otorgó un proyecto de $1.1 mil millones junto a la multinacional Amec Foster Wheeler para ayudar a reconstruir la infraestructura de agua, energía y cívica en Irak después de la Guerra de Irak. También ha colaborado en la restauración después del Huracán Katrina y en la construcción del Sistema del Oleoducto Trans-Alaska.
Aunque en Panamá muchos defienden el nacionalismo y la soberanía, como lo hacen diferentes líderes políticos y funcionarios, Estados Unidos a través de su política exterior, así como empresas privadas norteamericanas continúan de algún modo determinando el futuro de Panamá.
Un centro de biocombustibles bajo el lobby de Mariano Rivera
En el año 2022, la empresa SGP BioEnergy anunció el ambicioso proyecto para desarrollar un centro de producción y distribución de biocombustibles en Panamá, con una inversión de $7 mil millones de dólares. El proyecto, llamado Biorrefinería Ciudad Dorada, se ubicará en las zonas de Colón y Balboa, y tendrá la capacidad de producir cerca de 180 mil barriles por día, unos 2,600 millones de galones por año, de biocombustible derivado de aceites vegetales puros y grasas y aceites de desecho. El biocombustible producido será principalmente combustible de aviación sostenible (SAF), que se considera una alternativa ecológica al combustible fósil tradicional.
La Biorrefinería Ciudad Dorada se proyecta como la biorrefinería más avanzada y la plataforma de producción de SAF más grande del mundo, según explicó en 2023 Randy Delbert LeTang, director ejecutivo de SGP BioEnergy. El proyecto se realizará en colaboración con propietarios privados, Panama Oil Terminals (POTSA) y el gobierno de Panamá, y aprovechará las instalaciones existentes que actualmente procesan y almacenan el 70% del combustible búnker o de caldera del país. El proyecto contará con la licencia de tecnologías HydroFlex™ y H2 Bridge™ de la empresa Topsoe, líder mundial en soluciones para la producción de combustibles renovables.
La primera fase del proyecto se espera entregar el cuarto trimestre del 2024, según detalló Delbert durante el primer Bloomberg New Economy Latin America que se desarrolló en Panamá entre el 18 y 19 de mayo de 2022.
Entre los actores clave del proyecto se encuentra el exgrandeliga Mariano Rivera, quien se ha involucrado como enlace y lobbista entre los inversionistas y el Gobierno panameño. Rivera manifestó su interés por el impacto económico y social que tiene el proyecto para su país natal, especialmente en la generación de empleos, sin afectar al medio ambiente.
El exgrandeliga panameño Mariano Rivera, quien brilló como cerrador de los Yankees de Nueva York entre los años 1995 y 2013, ahora se dedica a impulsar el ambicioso proyecto de construcción de una refinería de biocombustibles en su país natal. Rivera actúa como intermediario entre el Gobierno de Panamá, liderado por el presidente Laurentino Cortizo, y empresas extranjeras interesadas en participar en la iniciativa.
Rivera se retiró del béisbol en 2013, luego de una exitosa carrera que lo convirtió en uno de los mejores lanzadores de la historia. Durante su trayectoria deportiva, Rivera acumuló una considerable fortuna, aunque parte de ella ha tenido que pagarla al fisco estadounidense, país del que también posee la nacionalidad.
Tras colgar el guante, Rivera se ha dedicado a labores sociales y religiosas a través de la Fundación Mariano Rivera, que apoya a escuelas rurales y otras causas benéficas. Rivera es un ferviente cristiano pentecostal y ha manifestado su fe en diversas ocasiones.
El papel de Rivera en el proyecto de la refinería de biocombustibles ha generado dudas en algunos sectores de la sociedad panameña, que recuerdan que Rivera no ha invertido en su país más allá de sus actividades filantrópicas. Asimismo, se cuestiona cómo su cercanía con el gobernante Partido Revolucionario Democrático (PRD) y con el presidente Laurentino Cortizo, le ha servido a Rivera en su rol de lobbysta.
Rivera no tiene una participación accionaria significativa en el proyecto, sino que se limita a usar su imagen internacional y sus contactos políticos para facilitar las negociaciones entre el Gobierno y las empresas extranjeras. Su rol es el de un lobbista que busca promover una iniciativa que podría tener incluso un impacto ambiental negativo en Panamá, particularmente en épocas de sequía como la actual, donde en el agua se ha vuelto un recurso valioso.
¿La retirada de Fluor de España una premonición para Panamá?
La empresa estadounidense de ingeniería Fluor, que en 2015 se asoció con la española Sacyr para crear Sacyr Fluor, una compañía líder en los servicios llave en mano o EPC, se retiró de España en 2020, dejando a su socia al frente de una filial en crisis. La decisión de Fluor se debió al impacto de la pandemia de Covid-19 y al cambio de paradigma energético, que redujo drásticamente las oportunidades de negocio en el sector del oil&gas.
Fluor la firma construir un mejor mundo, aunque ha participado como contratista en intervenciones militares como las de Irak y Afganistán, en las que ha ganado miles de millones de dólares, pero que han terminado siendo un fracaso para la política exterior estadounidense
Cuando se anunció la creación de Sacyr Fluor, las expectativas eran muy altas. Se trataba de unir la experiencia de Sacyr en la ejecución de proyectos de gran envergadura con el conocimiento centenario de Fluor en el ámbito de la ingeniería industrial. Se esperaba que en cinco años la facturación de Sacyr Fluor se multiplicara por diez, hasta alcanzar los 1.000 millones de euros en 2020. Además, se preveía que la actividad de la joint-venture aportara alrededor del 20% del ebitda de Sacyr. Y buena parte de ese chorro de negocio debía venir de encargos de la participada Repsol o de su filial Talisman.
Pero los planes no se cumplieron y Sacyr Fluor se vio obligada a aplicar un expediente de regulación de empleo (ERE) que redujo su plantilla, que contaba con 390 trabajadores. La medida se justificó por el desplome del 50% en las oportunidades de contratación desde 2017 en proyectos relacionados con las energías fósiles. Esa caída se tradujo en una merma del 86% en términos económicos.
Finalmente, Fluor decidió plegar velas en España y vendió su 50% del capital a Sacyr, que pasó a controlar el 100% de la filial. El acuerdo de salida incluyó ciertas concesiones a Sacyr, como el uso de las referencias y clasificaciones de la multinacional norteamericana.
Sacyr Fluor fue responsable en los últimos años de la ingeniería de proyectos como la refinería de petróleo La Pampilla y la estación compresora de gas de Nuevo Mundo, ambos en Perú. Sin embargo, uno de los proyectos más prometedores que tenía entre manos era el estudio de ingeniería inicial para el proyecto de la refinería de biocombustibles en Panamá.
Ante la retirada de Fluor de España, cabe preguntarse si Panamá será su siguiente retirada.
La alianza entre Fluor y Repsol antes de la retirada
Antes de su retirada de España, Fluor había mantenido una estrecha relación con Repsol. La refinería de Cartagena, ubicada en el Valle de Escombreras, es una de las instalaciones más importantes de la petrolera Repsol en España. En el año 2008, la empresa anunció una inversión de 3.200 millones de euros para duplicar la capacidad de producción de esta planta, que pasaría a ser de 11 millones de toneladas anuales, equivalentes a unos 220.000 barriles al día.
Para llevar a cabo esta ambiciosa ampliación, Repsol YPF confió en Fluor Corporation, una empresa estadounidense líder en el sector de la ingeniería y la construcción. Fluor se encargó de las tareas de gestión del proyecto, que supusieron una inversión cercana a los mil millones de euros.
El proyecto consistió en el diseño y construcción de nuevas unidades de procesamiento, así como en la modernización de las existentes y de todos los servicios auxiliares necesarios. Además, se realizaron labores de ingeniería, compras y supervisión de los servicios fuera de la planta (off-sites).
La ampliación permitió incrementar la eficiencia y la competitividad de la refinería de Cartagena, así como adaptarla a las nuevas normativas ambientales y a las demandas del mercado. La refinería pasó a producir combustibles más limpios y con menor contenido en azufre, lo que contribuyó a reducir las emisiones contaminantes.
La ampliación de la refinería de Cartagena fue un hito clave para Repsol YPF y para Fluor Corporation. Además, el proyecto dio continuidad a la relación entre ambas compañías, que ya habían colaborado anteriormente.
Un negocio millonario de Mariano Rivera en República Dominicana
El ex pelotero panameño Mariano Rivera, quien jugó en las Grandes Ligas con los Yankees de Nueva York y fue exaltado al Salón de la Fama, ha decidido invertir parte de su fortuna en un proyecto ambiental en la República Dominicana. Se trata de la construcción de una planta de valorización y relleno sanitario que busca solucionar el problema de los residuos sólidos en dos provincias del país caribeño.
La obra, que se realizará a través de la empresa panameña Figuro Corp y la Constructora Maxter, tendrá supuestamente un costo total de unos 100 millones de dólares. La inversión se hará por etapas: la primera, con un monto de 8 millones de dólares; la segunda, con 35 millones; y la tercera, con el resto del capital.
La planta se ubicará en el nordeste de la República Dominicana y beneficiará a las provincias Samaná y María Trinidad Sánchez. Allí se tratarán y valorizarán 450 toneladas de residuo sólido diario, que se convertirán en energía eléctrica limpia y barata para la población.
Según Doménico Piacquadio, socio y gerente general de Constructora Maxter, el proyecto tiene como objetivo contribuir al desarrollo turístico y medio ambiental de la zona. “Queremos ayudar a este polo turístico de la provincia Samaná para que tenga una sostenibilidad en cuanto al manejo de los residuos y que no tenga más vertederos a cielos abiertos”, expresó.
Piacquadio también reveló que Mariano Rivera es un apasionado del eco turismo sostenible y que fue él quien tuvo la idea de realizar esta inversión durante unas vacaciones en Las Terrenas. “Nosotros estamos muy apegados a la provincia de Samaná, donde presentamos el proyecto de relleno sanitario, una planta de valorización donde con los residuos logramos producir energía eléctrica limpia y dar a la provincia una energía más barata que la que la población puede pagar”, afirmó.
La empresa Constructora Maxter trabaja en el entorno de la economía circular, generando nuevas materias primas a partir de los residuos que son depositados en los vertederos. De esta manera, dice luchar contra el cambio climático y transformar el pasivo ambiental en un activo ambiental, aunque ello pudiera ser no del todo cierto.
Mariano Rivera es considerado por muchos como el mejor relevista de todos los tiempos. Jugó en las Grandes Ligas entre 1995 y 2013 con los Yankees de Nueva York, con quienes ganó cinco veces la Serie Mundial, convirtiéndose además en miembro del Salón de la Fama.
Sin embargo, no todos ven con buenos ojos la inversión de Mariano Rivera en República Dominicana. Algunos ciudadanos panameños han cuestionado que el exbeisbolista no haya hecho similares inversiones en su país natal, especialmente en su pueblo natal del corregimiento de Puerto Caimito, distrito de La Chorrera, en la provincia de Panamá Oeste, para generar fuentes de empleo.
Mariano Rivera utiliza a las empresas Figuro Corp (registrada en Panamá) y Constructora Maxter como fronting para sus negocios en República Dominicana.
Biocombustibles: ¿Ficción ecológica o solución sostenible?
Los biocombustibles, que ahora se prevén refinar en Panamá, han sido promovidos como una alternativa más limpia y sostenible a los combustibles fósiles. Sin embargo, algunas organizaciones ambientalistas han expresado preocupaciones sobre los impactos negativos potenciales de los biocombustibles en el medio ambiente y en el cambio climático.
Impactos ambientales de los biocombustibles
- Uso de la tierra: La producción de biocombustibles requiere grandes extensiones de tierra para realizar los cultivos necesarios. Esto puede llevar a la deforestación y a la pérdida de biodiversidad, pues se despejan bosques y otros ecosistemas naturales para hacer espacio para los cultivos de biocombustibles.
- Emisiones de gases de efecto invernadero: Aunque los biocombustibles pueden reducir las emisiones de dióxido de carbono en comparación con los combustibles fósiles, la producción y el procesamiento de las materias primas para los biocombustibles pueden generar emisiones significativas de gases de efecto invernadero. Por ejemplo, el uso de fertilizantes nitrogenados en el cultivo de plantas para biocombustibles puede resultar en un aumento de las emisiones de óxido de nitrógeno.
- Contaminación del agua: Los fertilizantes y pesticidas utilizados en el cultivo de plantas para biocombustibles pueden contaminar las aguas subterráneas con nitritos y nitratos.
- Impacto social: La producción a gran escala de cultivos para biocombustibles puede llevar a un aumento en los precios de los alimentos y a la inseguridad alimentaria, ya que se desvían tierras agrícolas que podrían utilizarse para cultivar alimentos hacia la producción de biocombustibles.
Generación de energía a partir de la basura: ¿Una solución viable?
La generación de energía eléctrica a partir de la basura, como plantea la inversión de Mariano Rivera en República Dominicana, también conocida como valorización energética, es otra estrategia que se ha propuesto para reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Sin embargo, esta práctica también ha sido objeto de críticas por parte de algunas organizaciones ambientalistas.
Impactos ambientales del uso de la basura para generar energía
- Emisiones tóxicas: La incineración de residuos puede liberar una variedad de contaminantes al aire, incluyendo metales pesados y dioxinas. Estos contaminantes pueden tener efectos perjudiciales tanto para la salud humana como para el medio ambiente.
- Producción de residuos: Aunque la valorización energética puede reducir el volumen total de residuos que necesitan ser eliminados, todavía produce cenizas que deben ser manejadas adecuadamente.
- Incentivos perversos: Existe la preocupación de que la generación de energía a partir de residuos pueda desincentivar la reducción, reutilización y reciclaje al proporcionar un mercado para los residuos.
En resumen, aunque tanto los biocombustibles como la generación de energía a partir de residuos pueden ofrecer alternativas a los combustibles fósiles, es crucial considerar sus impactos ambientales y sociales potenciales. Las organizaciones ambientalistas abogan por un enfoque más holístico hacia la sostenibilidad, que incluye no solo la transición hacia fuentes renovables de energía, sino también la reducción del consumo total de energía y una mayor eficiencia energética.
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